Recogida de Firmas 250.000 parados más
Para: Congreso de los Diputados
Hola ciudadanos, soy una ciudadana. Tengo veintitantos, carrera y Máster. Me voy al paro, al igual que otros 260.000 afectados por el demoledor E.R.E. anunciado el pasado 30 de Diciembre. No, no me he equivocado de cifra: al menos un cuarto de millón de puestos de trabajo serán destruidos próximamente. Bueno, no lo han anunciado así exactamente, claro, pero los cálculos son fáciles: ampliar 2,5 horas la jornada de cada trabajador supone que cada 15 pueden sustituir a uno más. Si hacemos las cuentas con el total de casi 4 millones de empleados públicos, sobran algo más de un cuarto de millón. Y eso sin contar a todos los que van a dejar de contratar al reducir la tasa de reposición a algo ridículo. ¿Dónde si no estaba el ahorro?
Dicen que sobramos. Y es cierto, sobramos, al igual que el 22% de la población en edad activa de este país, y el 49% de los jóvenes españoles. Al igual que ellos, fuimos formados y empleados según una planificación concreta de necesidades de trabajo. Al igual que ellos, la necesidad de personal ha disminuido y hay que regular plantillas. La única diferencia es que el pagador es el Estado.
Me llegan noticias todos los días en las que se anuncia a bombo y platillo que en tal empresa se despide a 500 trabajadores, o que en tal otra piden ayudas al gobierno para evitar despedir a otros 400. Aquí hablamos de un cuarto de millón de parados, y aún nadie se ha llevado las manos a la cabeza, ni siquiera por lo que eso va a suponer en la retracción de la economía. No interesa. Hablan de planes de creación de empleo. Es gracioso. Serán planes de recuperación de empleo, más bien (a ver qué plan va a recuperar 250.000 puestos de trabajo). Tan sólo algún sindicato, con la boca pequeña: destruirán más de 3.000 puestos de trabajo en Madrid… y poco más. Silencio.
A nadie le interesa. Total, se lo tienen bien merecido. Un funcionario es esa persona de mediana edad que nos hace esperar dos horas para tomarse el café. Unos vagos.
Pero no todos los empleados públicos tienen un puesto asegurado.
Los que cesamos hemos vivido una inestabilidad laboral dolorosa. Un mes aquí, 15 días acullá, dos meses en paro, mañana…¿quién sabe? Encadenando contratos eventuales durante años. Viendo como tu puesto de trabajo se lo queda otro sólo porque es 10 años más viejo. No importa cuánto te esfuerces. No importa cuántos títulos acumules. Siempre pendiendo de un hilo, con 35, hijos, hipoteca. No importa.
¿Quiénes somos los que nos vamos? No somos los que se han tomado su trabajo a la ligera.
Somos jóvenes, con formación, cualificados, emprendedores, con ganas de mejorar la atención a los ciudadanos. Nunca hemos tenido una plaza en propiedad, ni tan siquiera una interinidad.
Somos el médico, ése chico tan majo que te atendió sin tener cita a pesar de una agenda desbordada. Somos la enfermera que ha sacado el trabajo de la planta adelante, sin importarle haber pasado 7 horas sin entrar al cuarto de baño. Somos la que, incluso, ha tenido un instante para sostenerte la mano antes de entrar a quirófano. Somos la maestra que no se ha conformado con el suspenso y ha insistido hasta que tu hijo entendiera la mecánica de fluidos.
Y nos sentimos olvidados. Sobramos, igual que los 500 empleados que despidieron en el último ERE que salió en todos los telediarios. Sólo pido el mismo trato.