LeonNoEsCastilla.com
"...identificar como castellanas a las provincias de León, Zamora y Salamanca es tan incorrecto como calificar de leonesas a las de Valladolid o Burgos...lo dice el propio Estatuto de Autonomía de Castilla y León que la Comunidad está integrada por dos regiones." (Julio Llamazares)
¿A QUIÉN LE IMPORTA ……LEÓN?
Compartimos esta actualización de @FélixJosePérezEchevarría que tan bien explica lo que nosotros sabemos y poca gente fuera de aquí quiere comprender.
https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=10152293480629972&id=59785069971
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Las barbaridades que enseñan a nuestros hijos
Estas son algunas muestras de la "historia" que enseñan a nuestros hijos.
http://breviariocastellano.blogspot.com/2011/10/las-barbaridades-que-ensenan-nuestros.html
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Castilla no es León. León no es Castilla
Interesante reflexión.
http://es-es.facebook.com/note.php?note_id=273404539356139
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El regionalismo “castellano” o “castellano-leonés”
El regionalismo “castellano” o “castellano-leonés” (denominación que utilizan indistintamente sus historiadores) surge como un regionalismo de tipo económico, con absoluto desprecio a la cultura e historia del territorio que representaban. Surgió en el siglo XIX impulsado por las zonas cerealistas de la cuenca del Duero que identificaban con “Castilla” o “Castilla y León” indistintamente. Les caracterizaba un fuerte anticatalanismo y un rechazo frontal a cualquier regionalismo o nacionalismo periférico. Sostenían que “Castilla” o “Castilla y León” constituía el núcleo esencial de España a la que debían defender frente a cualquier separatismo. Contaban (y cuentan) con un fuerte poder económico y con una gran influencia en el Gobierno Central.
Intentaron crear un estado federal castellano durante la 1ª República formado por dos estados: Castilla la Vieja y Castilla la Nueva. Castilla la Vieja incluía también las provincias leonesas de León, Salamanca y Zamora y ello a pesar de que la división española en estados según el preámbulo constitucional debía responder a los antiguos reinos. La Comisión provincia de León contestó: “¿Quién con mas derecho que León para formar un Estado? [...] No pretende León en manera alguna ser el centro de un Estado, al que concurrieran otras de las actuales provincias; sino formarse por sí sola, y no perder su autonomía, ni el glorioso nombre de Leoneses sus habitantes, que con él y no con el de Castellanos se han distinguido siempre por su patriotismo, su laboriosidad y su cordura”. Ante la polémica Pi y Margall sostenía que:“He estado siempre por que se reconstruyan los antiguos reinos, puesto que de otro modo no comprendo que puedan ponerse límites a la federación”
Durante la 2ª República el regionalismo agrario “castellano-leonés” también intentó obtener un estatuto de autonomía para su región artificial. Curiosamente, la división regional tradicional española era considerada y respetada. De hecho, la región leonesa, diferenciada de la castellana, contaba con representación en el tribunal de Garantías Constitucionales.
Lo que sucedió en el proceso autonómico de la Transición española fue escandaloso. Dice Francisco Tomás y Valiente en el Prólogo de El Antiguo Reino de León cuyo autor es Anselmo Carretero Jiménez: “En más de un caso, y desde luego en el de León y Castilla, su composición (no quiero hablar de fronteras) se discutió, porque era discutible con la mano en la historia, y no siempre se acertó. Mitos, embrollos, secuestros y olvidos puede que tuvieran ahí su nido. Pero también intereses partidarios, caciquismos locales y provinciales, equilibrios electorales y repartos de zonas de influencia, fueron claves de un presente político apresurado y frívolo en ocasiones. Es muy posible, por lo que a León (reino leonés, país leonés) se refiere, que su inserción en la actual comunidad fuera un error y no sólo acaso por razones historicistas”.
La inclusión de León en la Comunidad Autónoma de Castilla y León, en primer lugar, es inconstitucional ya que infringe el artículo 2 de la Constitución, que concede derecho a autonomía a las regiones y nacionalidades españolas. “Castilla y León” nunca existió como región y su misma denominación evidencia que se trata de dos entidades distintas. Si no, no se necesitaría la conjunción copulativa “y”. En segundo lugar, la inclusión de la provincia de León en el ente “castellanoleonés” se hizo sólo en diez días, pues hasta entonces, los partidos mayoritarios o apoyaban abiertamente una autonomía leonesa o afirmaban que la elección correspondía a los leoneses. La opinión de estos estaba clara según las encuestas realizadas y las cuatro manifestación producidas. la última, en 1984, con una asistencia de cerca de 100.000 personas. En el proceso de votación de los ayuntamientos hubo coacciones, amenazas e incluso falsificaciones de actas. El proceso fue tan irregular que incluso se presentó un recurso por irregularidades en este proceso de votación relativo a 55 municipios ante la Audiencia Territorial de Valladolid que fue desestimado. Aún así, la Diputación de León se retractó al poco. La explicación la da el portavoz de UCD en el ayuntamiento de Ponferrada: “El sentimiento, la aspiración de todos los componentes de la Diputación, así como la mayoría de mujeres y hombres de El Bierzo, era el de optar por León solo, lo que así se manifestó en una primera encuesta realizada entre los ayuntamientos. Si esto era una realidad, también es cierto que se planteaba otra cuestión tremendamente importante y es que a la hora de gobernar se encontraban ciertas dificultades porque había un grupo andalucista, un grupo catalán, otro vasco y algún que otro diputado que estaba en forma independiente. Nuestro presidente provincial de partido, que en aquel momento tenía bajo su responsabilidad llevar a cabo el mapa autonómico de España llegó a la conclusión de que si proliferaban para lo sucesivo los entes autonómicos demasiado, llegaría un momento en el que el Congreso de los Diputados habría más diputados que intentarían defender los intereses peculiares de cada una de sus zonas que los intereses del Estado en su generalidad, de ahí su gran sublime idea de atajar en parte todo aquello que se veía casi seguro. Efectivamente lo atajó y consiguió consolidad un Estado, que a la hora de la verdad nos lo ha puesto de manifiesto las elecciones generales, en las cuales los partidos que derivaban de los entes autonómicos empezaron a perder fuerza y lo que adquirió fuerza fueron los partidos de ámbito nacional. Por lo tanto si se entendía que el Estado iba a ser ingobernable si proliferaban los diputados dimanantes de los partidos regionalistas en el año 1980, es cierto que en 1983 aquella duda, aquel temor, aquella angustia había quedado desvanecida. Es decir, por una necesidad de Estado se dijo sí a incluir a León en el ente castellanoleonés; por una razón de estado se atendió aquella necesidad, no porque realmente lo desease el pueblo de León y mucho menos sus representantes. En aquel entonces se consiguió que cada uno olvidase los verdaderos deseos, sus máximas aspiraciones y mejores logros para León en beneficio de algo que era más importante, que era la consolidación del Estado” Diario de León
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Castilla-León no existe y El Reino de León ni es, ni fue, ni será Castilla
Carta de Alicia Valmaseda (Coordinadora y Portavoz de ComunidadLeonesa.ES) enviada al programa Hora 25 de la Cadena Ser
Buenas noches Angels:
Ayer por la noche, oyendo la tertulia de Hora 25 tuve la desagradable sorpresa de oir cómo, en repetidas ocasiones, los tertulianos se referían a la Comunidad Autónoma en que nos encontramos como "Castilla-León" lo que viene a unirse a las ocasiones en que, por ejemplo hablando del tiempo, se habla en vuestra cadena de "las dos Castillas" sin mencionar a León.
Creemos poder afirmar, sin temor a equivocarnos, que todos los contertulios son mayores de 25 años por lo que no alcanzamos a comprender cómo, en tan pocos años, han olvidado la geografía que aprendimos en el "cole", cuando las regiones eran, entre otras, Castilla la Nueva (formada por Madrid, Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara), Castilla la Vieja (formada por Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia, Ávilla, Valladolid y Palencia) y el Reino de León (formado por León, Zamora y Salamanca)
Por otra parte "Castilla-León" no existe puesto que el nombre de la Comunidad Autónoma, tal y como está recogido en el Estatuto de Autonomía, es "Castilla Y Leon" con una "Y" copulativa. Suponemos que no es preciso explicar a profesionales de la palabra que dicha partícula une conceptos de la misma naturaleza, en este caso dos regiones con los mismos derechos o, para ser más exactos, una región, la leonesa y los restos que quedaron de la castellana vieja tras "amputarle" las provincias de Santander y Logroño para crear las comunidades de Cantabria y La Rioja.
El hecho de que hace 25 años, y por unas, aún hoy, inexplicadas e inexplicables "razones de estado" unos políticos interesados decidieran inventarse una división administrativa llamada Comunidad de Castilla Y León, no nos convierte en castellanos, de la misma manera que no convierte en leoneses a los burgaleses o a los sorianos (si bien hubo una época en que Castilla fue un condado feudatario del Reino de León). En cuanto a lo de "castellanoleoneses" tal y como, en más de una ocasión ha dicho Julio Llamazares, es algo así como ser "austrohúngaro" pero en pobre.
De la misma manera que el hecho de compartir instituciones con el resto de los europeos no nos hace dejar de ser españoles para convertirnos en franceses, ingleses, alemanes, polacos o rumanos, el hecho de compartir instituciones autonómicas con una parte de los castellanos no nos hace perder nuestra condición de leoneses, ni nuestras costumbres, historia y lengua, para convertirnos en castellanos.
Así pues, agradeceremos rectifiquen en el futuro y cuando hablen de los naturales de las provincias de León, Zamora y Salamanca, nos llamen por nuestro nombre: LEONESES y cuando se refieran a esta división administrativa de nuevo cuño la llamen por su nombre correcto "Castilla Y León".
Quedo a tu disposición para cualquier comentario que quieras hacer tanto sobre éste como sobre otros asuntos referidos al Reino de León, Región Leonesa o País Leonés pues por los tres nombres podemos llamar a esta hermosa tierra que en 2010 celebrará el 1100 aniversario de la creación de su reino, cuna de las primeras instituciones democráticas europeas.
Cordiales saludos de
Alicia Valmaseda Merino
Coordinadora y Portavoz de ComunidadLeonesa.ES
¡RESPETO PARA LA LENGUA, CULTURA E IDENTIDAD LEONESAS!
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Julio Llamazares en Las Noches en Blanco
En el siguiente enlace podéis ver una parte de la intervención de Julio Llamazares, hablando de la situación del Reino de León, en el prorama Las Noches en Blanco.
http://www.youtube.com/watch?v=Xlat3PhX1O0
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24 de abril
Interesantes enlaces sobre la polémica fiesta del 24 de abril.
Nueva cruzada historicista en busca de la proclama perdida o ? ¿será histEricista?
24 de Abril ¿quien comete fraude?
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"25 años de un acuerdo histórico"
Os recomiendo la lectura de la Tribuna que bajo el título "25 años de un acuerdo histórico" publicó David Díez Llamas en el Diario de León del 27 de Enero de 2008. Lo encontrareis en el enlace siguiente:
http://www.diariodeleon.es/se_opinion/noticia.jsp?CAT=108&TEXTO=6516343
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ARA ANTÓN: entrevista
La escritora leonesa Ara Antón acaba de publicar su última novela, que trata sobre la lucha de los astures de nuestras montañas contra los romanos de Agusto, en el año 26 a.C., cien años más tarde de la caída de Numancia.
Reivindica una vez más nuestra historia, a la que pocos dan importancia, del mismo modo que lo hizo en sus otras dos novelas históricas El Velo y La única puerta, sobre el importante reinado de Alfonso VI, rey de León y de Castilla, y no rey castellano, como apuntan todas las crónicas oficiales.
Si queréis ver su intervención en televisión defendiendo la importancia de León, aquí tenéis un extracto, dividido en dos partes:
http://es.youtube.com/watch?v=1PPdnW6e7ZE
http://es.youtube.com/watch?v=zJKtLFyg-C4
Podéis encontrar más información en su página web:
http://www.araanton.es
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JULIO LLAMAZARES: entrevista y tribuna
El semanario GENTE en León (nº 128, del 27 de Julio al 2 de Agosto) ha publicado a doble página una entrevista a Julio Llamazares cuya lectura os recomiendo a todos. También de obligada lectura resulta la Tribuna firmada por el escritor leonés y titulada: "Navarra y León", publicada el día 2 de agosto en El País.
Algunos extractos:
"...identificar como castellanas a las provincias de León, Zamora y Salamanca es tan incorrecto como calificar de leonesas a las de Valladolid o Burgos...lo dice el propio Estatuto de Autonomía de Castilla y León que la Comunidad está integrada por dos regiones."
"Yo conozco muy bien Castilla, me la he pateado, me encanta, pero no soy castellano. Igual que uno de Soria le puede gustar mucho El Bierzo, pero no es berciano, no es leonés. Discutir esto es absurdo."
"No puedes obligar a los leoneses a vivir en esta autonomía cuando sólo un 6,6% la acepta."
"Cualquiera que conozca la historia de este país sabrá que Navarra y León fueron los dos reinos medievales determinantes en la configuración de España, reconquistando a los árabes, primero, parte del territorio ocupado por éstos y dando lugar, más tarde, a otros reinos sucesivos (el de Aragón, en el caso de Navarra, y el de Castilla, en el de León) cuya unión definitiva dio lugar al Estado en el que hoy vivimos y cuyo escudo componen precisamente los símbolos de esos cuatro reinos, junto con el de Granada, el último musulmán en desaparecer."
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PROCLAMA DEL 24 de Abril de 2007
A continuación, y para conocimiento de quienes no pudieron acudir al Homenaje a los Héroes del 24 de Abril y a todos los Héroes Leoneses, copiamos el Manifiesto, escrito y leído por nuestro compañero Hermenegildo López, Secretario de ComunidadLeonesa.ES y Presidente de la AA.VV. del Barrio de Santa Marina la Real.
Leoneses, la patria está en peligro. Fuera los traidores
Tres años ya que desde ComunidadLeonesa.ES venimos amplificando el eco de este grito, casi atávico, en el corazón de los leoneses, aprisionado entre los jirones de venerables piedras convertidas en recuerdos, nostalgias y pálpitos;
15 años ya que un grupo de locos visionarios inaugurábamos, ante la sorpresa de muchos y la incomprensión de casi todos, amparados por el Arco de Puerta Castillo, abierto al horizonte de resonancias cántabras y bajo la protección de D. Pelayo, espada en alto, este sencillo acto de homenaje a los héroes de la Guerra de la Independencia,. Y en su nombre, justo es dejar constancia, representando a otros tantos leoneses, hoy olvidados, pero que han tejido la red que nos aprisiona en lo que somos y en lo que sentimos;
30 años ya que, en una mañana en la que León, como el resto del país, se desperezaba de una larga pesadilla, destacaba, sobre el fondo grisaceo de la rutina provinciana, una siembra de purpuradas, eso sí, aún en blanco y negro, con la frase que seguimos haciendo nuestra, pues, en efecto, ?sin esperar por nadie León gritó, fuera el invasor?;
199 años ya de la constancia de unos hechos memorables, envidia para celosos compulsivos, escándalo para interpretadores bien pagados y vergüenza para medrosos y pusilánimes.
Dicen que los leoneses somos cazurros y testarudos, pero ¿acaso podríamos ser de otro modo?; ante nuestra dorada rutina y a lo largo de los años desfilan tozudos, presencias, recuerdos, centenarios y milenarios de otros tantos hechos de nuestra historia que nos inquietan y ante los que ya es imposible no tomar partido.
Cervantes, ayer recordado, escribió con acierto que ?la historia es madre de la verdad?; quizá por eso, un año más, y en número creciente, prestando oídos a esa vieja madre, que por momentos, la estupidez del poder de los boletines intenta transmutar en madrastra, venimos a evocar, atentos, el grito de D. Luis de Sosa que supuso, un no tan lejano 24 de abril, el despertar de las conciencias y el principio del fin del mayor de los oprobios que puede sufrir una tierra: la pérdida de la libertad y la ocupación a manos de enemigos extranjeros.
Por eso, un año más, cumpliendo con el rito del recuerdo de unos hechos que a cualquiera de los pueblos de España llenaría de sano orgullo, venimos, en son de júbilo, a congregarnos al abrigo de este humilde pero esforzado e indómito corral de San Guisán; acaso para beber en un pasado de dignidad, tratando, seguramente, de aprender algo de aquella osada actitud, nacida, sin duda, de una conciencia colectiva de autoestima, tan alejada de actuales situaciones de servilismo que envilecen los espíritus y ahogan la dignidad.
Por eso, un año más, en esta larga cambiada al negro toro del olvido, los descendientes y herederos de aquellos esforzados y ¿por qué no decirlo? temerarios leoneses, seguimos invocando, como a milagroso amuleto, lo poco que quizá ya nos queda: el recuerdo del pasado y la admiración por los que nos precedieron. Ante ellos y ante la historia nos presentamos hoy, seguramente, un tanto confundidos y en cierto modo avergonzados por no haber sido capaces de seguir la senda que, con tanta claridad, nos había sido trazada.
Por eso estamos aquí porque no estamos dispuestos a permitir que sentimientos como el olvido, el desprecio o la ingratitud, más persistentes y destructores que el mismo polvo de los siglos lleguen a ocultar o prostituir los logros de nuestros antepasados y, con ello, a enmohecer nuestras conciencias. Renunciar al pasado es, no solo negar a los que nos han precedido y con ello nuestras propias raíces, sino que nos llevaría a ser consentidores y, por lo mismo, cómplices, de una peligrosa dinámica de enculturación con una clara renuncia a un devenir, unos usos, unas costumbres y, en suma, a una identidad heredada y con ella el sagrado deber de transmitirla.
En palabras de D. Manuel Azaña, ?Una de las primeras cosas que hace en nuestro país cualquier movimiento político es cambiar incluso los nombres de las calles. Inocente manía, que parece responder a la ilusión de borrar el pasado, hasta en sus vestigios más anodinos, y apoderarse con ello del presente y del mañana...? ¡Ay, si solo fueran los nombres de las calles?! Nuestros nuevos jacobinos de medio hervor, que trafican hasta con las conciencias de los más pequeños e indefensos, pretenden emular, en materia histórica, al mismísimo caballo de Atila. ¿Cuántos de nuestros jóvenes o nuestros niños conocen los hechos que hoy evocamos? ¿Cuántos se atreverían a exhibir de nuevo aquel adhesivo que gritaba en púrpura ?siéntase orgulloso de ser leonés?? El martillo pilón de una propaganda alienante cuyo resorte inapelable y monótono engrasan, curiosamente, nuestros dineros, suena insolente despótico y opresivo. Contagiado de un alarmante síndrome de Estocolmo, el pobre paleto leonés se cree sentir más instruido repitiendo, como papagayo descerebrado, huecos mensajes, vanas palabras e insulsos argumentos.
Yo os digo que no los creáis, que desconfiéis de sus afirmaciones, que receléis de sus argumentos y que os mantengáis alerta ante sus mentiras.
Cuando se acaban sus argumentos nos insultan y nos apremian a mirar al futuro; ¡pero si no hacemos otra cosa! El presente que nos ofrecen no es, ciertamente, para gritar de entusiasmo; eso sí, encararemos nuestro futuro sin renunciar a nuestro pasado, porque entendemos que no solo no es algo incompatible sino que es la única forma de enfrentarlo con garantías de éxito.
Pero, entonces, ¿qué fue lo que ocurrió realmente aquel 24 de abril de 1808 y por qué la placa que contemplamos fijada al muro refleja una fecha bien distinta? A la primera de las preguntas responde cumplidamente la octavilla que se os ha entregado; en cuanto a la segunda, los hechos, de forma resumida, se produjeron así.
Aquel 7 de junio de 1810 León estaba, de nuevo, en manos de los franceses. Algunos patriotas, reclutados para controlar los accesos a la ciudad, se habían puesto de acuerdo con un grupo de combatientes exteriores que pretendían, al amparo de las últimas sombras, liberar la vieja capital del Reino. Eran unos 60 valientes los que entraron por la puerta del Malvar, pero se enfrentaban a una guarnición francesa que les superaba claramente en número. El pueblo, sin embargo, se sumó a la refriega, enardecido y confiando en el éxito de aquella voluntariosa y comprometida empresa. Según relatan los historiadores, aquel motín supuso más una contrariedad que una ayuda y el resultado final fue que, tras varias horas de duros y encarnizados combates, los últimos combatientes cayeron, entre un fuego cruzado, en este mismo corral. La fuerza bruta había vencido, una vez más, pero aquellos valientes se habían ganado un lugar de privilegio en la historia leonesa, como lo recordará para siempre esta humilde pero sentida placa.
Esa es la historia de los hechos y no aquella otra versión interesada y ofensiva que ha llevado a ciertos personajes a calificarlos de ?algarada, que el patrioterismo local se ha encargado de propagar?. Otra mentira, otra manipulación, una traición más que añadir a la ya interminable lista de agravios contra nuestra historia, nuestra lengua, nuestra cultura y nuestra identidad.
Rearmémonos de coraje, soplemos el rescoldo de nuestra autoestima y levantemos, sin miedo la voz, como aquel inolvidable 24 de abril de 1808.
Fuera, pues, los traidores, los insidiosos, los intrigantes, los desertores, los desleales, los falsos y los hipócritas. Cerrad la muralla también a los blandengues, a los timoratos, a los papanatas, a los fantoches, a los mentecatos y a los temerosos. Por la puerta del Malvar, por el compromiso en la defensa de lo que nos es propio, solo tienen entrada los valientes, los esforzados, los audaces, los atrevidos y los que siguen apostando por la utopía.
El pasado nos lo recuerda y el futuro nos lo demanda. VIVA LEÓN.
Extraido de "ComunidadLeonesa.ES"
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Los primeros regionalistas
Diario de León 22/8/2004
EMILIO GANCEDO
¿Por qué León y Castilla siempre andan a la gresca? ¿De dónde proceden los problemas de esta autonomía? Pues probablemente de que han vivido toda una historia de ataques y agresiones mutuas y porque León ha intentado salvaguardar su personalidad desde 1230 y hasta hoy
Ambas mujeres estuvieron al frente del reino poco más de un mes, pero esa extraordinaria "diarquía" femenina nunca llegaría a perpetuarse: en medio de grandes presiones, el rey castellano Fernando III llega a un acuerdo con las dos hermanas y se autotitula rey de esta tierra. León, como país independiente, había dejado de existir después de una andadura histórica de más de trescientos años.
Pero, ¿qué ocurrió después? A partir de aquí se ha investigado muy poco aunque, paradójicamente, sea una de las etapas más apasionantes de la historia leonesa. Quizá no convenga que se sepa, ya que las instituciones de la actual autonomía borran de un plumazo cualquier aspiración leonesista arguyendo que ambos antiguos reinos quedaron unidos desde aquella fecha. Lo que olvidan es que todo lo que abarcaba entonces la corona de Castilla era prácticamente media España; y sobre todo que León, a pesar de no contar con monarca, siguió funcionando con arreglo a sus leyes, sus fueros, e incluso acuñando moneda, hasta muchos decenios después; y que su nombre, como cabeza de una región ibérica diferenciada, pervivió así hasta ayer mismo, hasta 1982.
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Extraido de "El Reino Olvidado"
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Salamanca tampoco es Castilla
Carta enviada a la direción del programa España Directo de RTVE por Alicia Valmaseda Merino (Coordinadora y Portavoz de ComunidadLeonesa.ES) y una buena explicación de por qué Salamanca tampoco es Castilla.
Sr. Director del Programa España Directo:
El pasado lunes día 18 de Septiembre, varios miembros de nuestra Coordinadora vimos, con estupor e indignación, que uno de sus reportajes, ampliamente anunciado como "Safari en Castilla" , estaba íntegramente rodado en la provincia de Salamanca, concretamente en Cabeza de Don Diego. En una sola ocasión, y de pasada, se dijo el nombre entero de la comunidad autónoma "Castilla y León" pero en el resto y en todos los anuncios únicamente se refirieron a Castilla.
Salamanca es una de las tres provincias (junto con Zamora y León) de la Región Histórica de León y el hecho de que actualmente nuestra región, esté incluida en una comunidad autónoma junto con 6 provincias castellanas no nos convierte en castellanos, como lo demuestra el hecho de que sea esta comunidad la única que lleva una Y en su nombre. (Debería estar de más explicar, sobre todo a profesionales de la palabra como Uds., que las conjunciones copulativas unen conceptos o frases de la misma importancia sin que ninguno de ellos esté supeditado al otro).
Suponemos que no olvidarán que actualmente Castilla se encuentra repartida entre 5 comunidades autónomas pero el hecho de que, desde hace 23 años, exista una división administrativa conjunta para la Región Leonesa y parte de Castilla la Vieja no implica, bajo ningún concepto, que los leoneses hayamos desaparecido de la faz de la tierra.
Una mentira mil veces repetida podrá engañar a muchas personas pero nunca se convertirá en verdad y por mucho que insistan en llamarnos castellanos seguiremos siendo leoneses y orgullosos de serlo, de pertenecer a un antiguo reino que fue pionero en reconocer, en el siglo XI, derechos a sus ciudadanos tan actuales, y novedosos en aquella época, como la inviolabilidad del domicilio, que en el siglo XII acogió las primeras Cortes democráticas de la historia de Europa y que, pese a quien pese, sigue conservando sus costumbres y su cultura leonesas. El próximo 2010 se cumplirán 1100 años de la existencia del Reino de León y mientras un solo leonés se proclame como tal, la lengua, la cultura y la identidad leonesas sobrevivirán a pesar de todos los ataques que puedan sufrir.
No es la primera vez que nos dirigimos a Uds. protestando por su ninguneo y ocultación del Antiguo Reino de León por lo que, lamentablemente, creemos que su insistencia en equiparar todo el territorio leonés a Castilla no se debe a ignorancia o error sino a mala fe y, sinceramente, no comprendemos ese empeño en tergiversar la realidad.
Agradeceremos que en el futuro sean más cuidadosos con sus informaciones. No deja de ser curioso que en algunos reportajes se erijan en portavoces de ciudadanos atropellados en sus derechos por la administración al tiempo que en otros son Uds. quienes atropellan el derecho de los leoneses a ser llamados por su nombre auténtico.
Atentamente
Alicia Valmaseda Merino
Coordinadora y Portavoz de ComunidadLeonesa.ES (Coordinadora de Organizaciones, Asociaciones y Colectivos)
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¡DEMOLICIÓN!
(Por su evidente oportunidad y con el permiso expreso del autor, recuperamos, este artículo aparecido, hace ya más de un año, en la Tribuna de ambos periódicos locales)
¡DEMOLICIÓN! Este era el grito que, desde el muro de una vergüenza fascistoide, inundó con sus ecos el valle de Riaño antes de que lo hicieran las aguas domesticadas del Astura. Otra batalla perdida tras unos 25 años de lucha, protestas, manifestaciones y llamadas a la cordura, en nuevos tiempos de libertad recortada.
¡Autonomía para León! ¿Una nueva batalla, un episodio más de esta guerra recurrente o simplemente el eco de un ya viejo lamento? Políticos, periodistas y forjadores de opinión del más variado pelaje comentan, revuelven o se hacen eco del nuevo rebrote de la fiebre leonesista. ¿Acaso una nueva primavera de esperanza levanta sarpullidos en la conciencia de muchos leoneses, hartos de resignaciones y desprecios nunca merecidos? ¿Quizá la cordura le va ganando terreno al empecinamiento de los unos y a la cobardía de los más?
Apena, sin embargo, constatar la falta de información, la herrumbre que corroe la memoria de apenas 25 años de la más reciente historia o, lo que es más detestable aun, la mala voluntad y los planteamientos cainitas de ciertos papanatas que se dicen leoneses. Entristece comprobar, en este sentido, algo que no debe tener cabida en ningún otro rincón del globo.
Baste como muestra un botón que debería ser investigado por los sicólogos más eminentes; si alguien osa defender León o lo leonés, no importa la forma ni el lugar, encontrará, adjunto al lote, una legión de "ilustrados", ciudadanos del mundo, o, sencillamente, panolis que se verán en la obligación de contradecir sus manifestaciones, a ser posible, con insultos descalificadores, sin aportar argumento de valor alguno, llevando sus conclusiones a la categoría del absurdo. León y lo leonés, seamos serios, se merecen otro trato.
Los medios de comunicación, en estos últimos días, son una buena prueba de cuanto afirmamos; la ignorancia (culpable, cuando se pretende informar y opinar desde "la verdad") de algunos políticos, y, sobre todo, de algunos columnistas, sería causa suficiente para resucitar la cárcel de papel de la Codorniz, si el debate fuera sobre asuntos de menor calado. El problema es que, en este caso, dicho debate se establece sobre la pervivencia de una identidad, de un pueblo, de una cultura, de una tesela, en suma, del mosaico de la humanidad, ahora que la multiculturalidad, por estas tierras, parece debe publicitarse más que practicarse.
Se ignora, por ejemplo, el nacimiento de los grupos leonesistas; se silencian o, peor aún, se tergiversan o se toman a chanza sus objetivos programáticos; se miminiza su trayectoria y se intentan, en arriesgado funambulismo, silogimos dignos de mejores causas en manos de los sofistas (leonesismo=Morano...) ¿Como sorprenderse, a la vista de lo que se nos brinda, que se ignore nuestra historia pasada, se silencien nuestras realizaciones como pueblo, se minimicen nuestros logros o se hagan chistes ofensivos de nuestras justas reivindicaciones?
Todo parece estar ya dicho, para lo bueno o para lo malo, y los argumentos de unos y otros, suficientemente manoseados; algunos, por cierto, bastante peregrinos, como la postura de determinados "oficialistas" del ente o conservadores de lo adquirido que practican la política del "se siente, haber protestado antes, ahora ya no es tiempo..." Es como si se pretendiera justificar un robo con el pretexto de que lo sustraído ya está en poder del ladrón y, a pesar de las reclamaciones interpuestas, la justicia no hubiera decidido o no hubiera querido pronunciarse. ¿O ya nadie recuerda la sentencia del Tribunal Supremo, respecto a la posibilidad de una desvinculación de León de esta Comunidad Autónoma?
Si los leoneses reclaman, se les critica; si no lo hacen, esos mismos interpretan que están satisfechos, les achacan su falta de combatividad y se concluye que no desean cambio alguno (palos si bogas y palos si no bogas). Pero, en las condiciones actuales ¿puede hacerse algo o esperar el más mínimo cambio? Déjennos, al menos, seguir persiguiendo la utopía, aunque ¿hay algo más mutable, efímero e inconsistente que las leyes? Siempre hemos defendido que las misma deben reflejar el sentir de los ciudadanos; "fuerza y honor", pues, como dice nuestro presidente.
Hay verdades que, aunque mil veces repetidas, algunos no parecen estar dispuestos a asumir; vaya aquí un pequeño decálogo (no pretendemos indigestar a nadie con excesiva información) a modo de recordatorio:
La Región Leonesa ni ha sido ni podrá ser nunca parte de Castilla la Vieja ("León no es Castilla, aunque lo haya dicho Martín Villa " o lo repita un coro de miles de analfabetos en historia y/o Geografía).
La incorporación de León al "ente castellano-leonés" se hizo con alevosía, engaños, mentiras, ilegalidades y lo que es peor aún, contra el sentir popular. La voluntad de un pueblo está por encima de los intereses de los grupos políticos, lo contrario sería despotismo ilustrado o, en lenguaje más actual, puro caciquismo fascista.
El único argumento esgrimido para nuestra integración en el "ente" castellano fueron ciertas "razones de Estado", nunca explicadas hasta el momento... y, según constatamos, superadas por los acontecimientos posteriores.
La permanencia en el error no sólo no hace que este se convierta en verdad sino que es fuente de mayores injusticias, eso sí, con apariencia de legalidad.
Si se retocan la Constitución o los estatutos de autonomía, ¿que razón poderosa existe para que no se pueda hacer lo mismo con el de Castilla y León? Ha llegado la hora de dar la palabra y el poder de decisión a este pueblo y, cuando menos, preguntarle en referéndum (¡cuantas veces demandado!) sobre sus deseos de futuro y no imponerle la razón de fuerza de un Boletín, que más suena a bozal que a otra cosa.
Solo un proyecto común e ilusionante (la recuperación de su autoestima y su identidad) hará despertar al pueblo leonés de la modorra, la abulia y el conformismo en el que le han sumido alguno "profesionales de la política", y determinados inventores o "utilizadores" de grandes y huecas palabras.
No es lo mismo ser leonés que ser leonesista, ya que sentirse, simplemente, leonés no libera de las obligaciones de luchar por la tierra que uno ha heredado (aún fuera de la militancia política o prescindiendo de cuál ésta sea).
El respeto y el aprecio por nuestra historia, nuestra cultura y nuestra singularidad son tan sagrados y tan dignos de consideración como pueden serlo la defensa del "hecho diferencial vasco", la cultura catalana o la existencia de la Comunidad de Andalucía, Valencia o Extremadura (por cierto, nacida del Reino de León, como varias más); las risitas , los chistes o las bromas de café sobran en debates de la importancia del que nos ocupa.
En resumen, que nos asiste el derecho, que "el que usa de su derecho no daña a nadie" y que reclamamos, en justicia, se aplique con esta tierra la misma vara constitucional de medir ("todos los españoles son iguales ante la ley") que en el resto de los territorios del Estado; que el debate abierto sea transparente, sin condicionantes previos ni aún ideas preconcebidas; que los partidos políticos hagan, con valentía, su autocrítica y no teman transitar por caminos alejados del rebaño y que se permita opinar también a los diferentes colectivos ciudadanos, puesto que esa es la verdadera democracia, el gobierno del pueblo, sin dirigismos ni propagandas alienantes, felizmente superadas.
Hermenegildo López González, Catedrático de Filología Francesa, militante histórico del PREPAL y primer secretario general de la UPL
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León no es ciudad castellana
[La Nueva España. Cartas al Director]
"...No olviden que la autonomía en que, contra la voluntad mayoritaria de los leoneses, nos incluyeron es la única de toda España que lleva una «Y» en su nombre. No creemos tener que explicarles que las conjunciones copulativas unen conceptos de la misma entidad, lo que significa, en nuestro caso, que la autonomía está formada por dos regiones: León y Castilla.
Cuando en todo el País Leonés la sociedad civil se está organizando para defender la cultura, lengua e identidad leonesa, reivindicar la historia, incomprensiblemente silenciada, y la diferenciación estatutaria, desde un periódico de nuestra región hermana, no solamente silencian nuestro nombre sino que nos llaman «castellanos», algo que ni fuimos, ni somos, ni seremos. Hubo un tiempo en que Castilla fue León pero nunca León fue Castilla, por lo que agradeceremos corrijan la citada información, al tiempo que esperamos que no se vuelva a producir en el futuro un error semejante. Si los asturianos (astures tramontanos) dicen con orgullo que «Asturias es España y lo demás tierra conquistada» no olviden que los leoneses (astures cismontanos) decimos con el mismo orgullo que «sin León no hubiera España, que antes que Castilla leyes, Concilios Fueros y Reyes dieron prestigio a León».
Reciban un cordial saludo.
Alicia Valmaseda Merino,
portavoz de Comunidad Leonesa, y varias asociaciones más Oviedo
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Algunos enlaces interesantes:
- De aquel Reino de León, a estas flojedades (Diario de León)
- País Leonés (Wikipedia)
- Comunidad Leonesa
- Corazón de León
- Colectivo "Tiburcio Fernández Álvarez"
- Plataforma Pro Identidad Leonesa
- Colectivo Ciudadanos del Reino de León
- El Reino Olvidado
- La utopía del día a día
- RAIGAÑU (Asociación de Cultura Tradicional Leonesa)
- Gritos de Autogobierno
- Portal leonesista
- Al norte del sur
- Alto Esla
- Historia de León
- El llagu la Xana
- Cuentos del Sil
- El Fueyu
- El Toralín
- Punto lli
- Esllabon Lleonesista
- País LLïonés nun ye Castiella (Nuesa Llucha Sige)
- Video León sin Castilla
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- Video Historia del Reino de León
- Relatos en leonés
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