Retirada del programa SuperNanny
Para: Defensa del espectador
El programa es parcial. Siempre se posiciona del lado de los padres y en contra de los niños: los padres son víctimas y los niños sus verdugos.
Durante toda la emisión, el programa rezuma desdén hacia a la infancia, situando al adulto en una posición de poder y superioridad moral, frente al enemigo común, el niño. Esta parcialidad se refuerza con los comentarios del narrador, la actitud de la psicóloga e incluso con el título de cada uno de los programas.
Cada capítulo es nombrado con un título degradante y despectivo hacia los pequeños protagonistas: No te pierdas el caso de Mercedes y Carlos, dos niños muy guerreros, Alba, la reina de los berrinches, Joel, Mara y Sheila, tres pequeños terremotos o Lucas no para de llorar sin motivo.
Los niños son protagonistas, muy a su pesar. No creo que cuando sean adultos, ninguno de estos niños esté muy contento con el tratamiento que sus padres y la televisión realizaron de su intimidad, exponiéndola ante millones de personas. Llamadme exagerado, pero esta situación de escarnio público me recuerda aquella lejana época en la que los penados eran exhibidos en la plaza mayor del pueblo o la ciudad, para que todos los vecinos pudieran ir a verlos, insultarles, mofarse, etc.
Me preocupa mucho el hecho de que, programa tras programa, se transmite la idea de que el niño es el enemigo. Los padres son presentados como las pobres víctimas sometidas al capricho de su(s) hijo(s), y la psicóloga es la salvadora que viene a liberar a los adultos, del pequeño tirano que les tiene sometidos. ¿Cómo salva a los adultos mártires la audaz experta? De una forma en apariencia inocua, pero en el fondo, humillante, manipuladora y torticera. La psicóloga se sirve, para lograr su fin, de métodos centrados en dominar a los niños para que dejen de hacer lo que no quieren los adultos, y/o para forzarles a comportarse como desean sus padres (sin reflexionar sobre la arbitrariedad y/o la idoneidad de esos deseos y órdenes paternas).
En realidad, el niño es la verdadera víctima de esta situación. Nadie se preocupa por lo que siente o por el motivo de su comportamiento; la sociedad, el programa, los padres y la experta sólo quieren que cambie y que sea obediente.
Medio en broma medio en serio, yo siempre digo que, puesto que son los padres los que pagan y traen al niño a terapia, muchos psicólogos tienden a posicionarse de su lado. Los padres son los que pagan las sesiones y, si realmente los expertos se pusieran de parte del niño, rara vez cobrarían. En realidad, el motivo es mucho más profundo que éste. Tanto padres como psicólogos están cegados por la violencia recibida en su propia infancia. Al ser forzados a obedecer a sus padres, tuvieron que renunciar a expresar sus emociones y a escuchar a su intuición. Con el tiempo, se volvieron insensibles a su propio dolor, pero también, al sufrimiento de los demás. Como consecuencia de todas estas carencias que arrastran desde su niñez, una vez llegada a la edad adulta, tanto padres como psicólogos, son incapaces de ponerse en el lugar del niño y empatizar con él.
Muchas personas que vienen a terapia, cuando consiguen descubrir y asumir los maltratos que sufrían en su infancia, cambian radicalmente la actitud hacia sus hijos. Me dicen: Ahora sé lo que siente mi hijo cuando yo me enfado y le grito o No le volveré a forzar a comer algo que no le gusta, igual que no me gustaba que me lo hicieran a mí. Por eso considero tan necesario que psicólogos y padres tengan la oportunidad de hacer una introspección sincera que les ayude a entender y superar los maltratos recibidos en las propias infancias.
Desprecio por los motivos y las emociones de los niños; sólo les interesa que se comporten como los adultos quieren.
En numerosas ocasiones (varias veces por programa) Rocío repite la idea de que los niños deben saber que los padres son los que mandan. Todas sus recomendaciones van encaminadas a que los padres ejerzan su autoridad e impongan su criterio.
Los niños viven inmersos en un régimen totalitario. Cada una de las rutinas del hogar, desde comerse toda la comida del plato (con cantidades que ni siquiera yo sería capaz de comer) hasta dormir solos en su habitación sin protestar, están basadas en el criterio de los adultos.
Los sentimientos y los motivos de los niños no son tenidos en cuenta; no interesan. Parece como si el niño molestara por el mero hecho de ser niño. Todas las actividades propias de la infancia (jugar, correr, saltar o gritar) son dirigidas por los adultos y, en muchas ocasiones, hasta reprimidas. Se busca que los niños se comporten como adultos en miniatura, sin entender que su punto de vista y su manera de percibir el mundo son totalmente distintos a los de los adultos. Sigue vigente el viejo adagio victoriano de la Inglaterra del s.XIX, según el cual children should be seen but not heard (los niños se deben ver, pero no oír).
Uso de técnicas de manipulación de conducta
Las técnicas de modificación de conducta han demostrado su eficacia con palomas, ratones de laboratorio o perros. Muchos psicólogos las utilizan para cambiar algunos comportamientos de sus pacientes (con escaso éxito a medio o largo plazo). Sinceramente, no me parece nada ético aplicar estos métodos para controlar y dirigir las actitudes de los niños. Los niños merecen respeto hacia su condición de niños, hacia su propia realidad infantil (muy diferente a la de los adultos), hacia su idiosincrasia particular. Los niños no se comportan como adultos, porque no son adultos y éste es un hecho que muchos padres y psicólogos, por sus propias carencias, no llegan a comprender.
Los métodos conductistas de adiestramiento buscan un efecto inmediato a base de manipular las consecuencias de las actitudes de los pequeños, por ejemplo, premiar o castigar a los niños según hagan o no hagan lo que los padres desean. Utilizar premios o la (muy utilizada) economía de puntos (acumular estrellitas cuando me porto bien para conseguir un gran premio final) es una manera de manipular. La propia Rocío lo explica en uno de sus últimos programas: Motivar es: les pico para que tengan ganas de hacer determinadas cosas y sólo haciendo estas determinadas cosas consiguen determinados premios (tele, ordenador, más tiempo en la calle)...."
Texto completo de Ramón Soler aquí: https://www.crianzanatural.com/art/art213.html