No a negociar que Cataluña es una nación
Para: Sra. Dña. Soraya Sáenz de Santamaría - Vicepresidenta del Gobierno de España - Palacio de la Moncloa - Madrid.
Sra. Vicepresidenta:
En relación con las negociaciones que Vd. está llevando a cabo para una reforma de la Constitución que reconozca a Cataluña como nación, quiero hacerle llegar mi más absoluta disconformidad y repulsa a tal posibilidad dado que Cataluña nunca ha sido una nación soberana, ni lo es ni lo será, puesto que siempre ha sido un territorio más de los que conforman España y siempre estuvo bajo banderas de los reyes españoles.
Que la Constitución de la nación española reconozca que Cataluña también es una nación es la puerta para que como tal nación pueda exigir su propia soberanía, una conclusión que al Gobierno no se le escapa y que a pesar de ello están dispuestos a conceder.
Como ciudadano, debo recordarle a Vd. y al Gobierno del que forma parte, que no son ustedes otra cosa que apoderados del pueblo español y que los poderes recibidos lo fueron para que administrasen, conservasen y engrandecieran el patrimonio de todos, así que no tienen atribuciones ni mandato alguno para que colaboren, ni directa ni indirectamente, en la partición o menoscabo de España.
No hay razones para que Cataluña sea distinguida sobre las demás autonomías con prebendas que no le corresponden, sean económicas, de educación o de otro tipo basadas en sus singularidades ya que existen otras regiones de España con semejantes singularidades e idénticos o mejores derechos. Galicia o Asturias y otras son ejemplo de ello y podrían venir detrás.
El llamado conflicto catalán no es mayor problema que el creado por un grupo independentista, en realidad sedicioso –aunque tiren la piedra y escondan la mano– que se ha venido aprovechando de la falta de firmeza del gobierno hasta llegar al punto en que estamos, en un abierto desafío al Estado e incurriendo en una clara desobediencia institucional. Los promotores del independentismo vienen incitando al odio a España y a la sedición y tanto lo uno como lo otro son delitos, a los que se añaden otros como el desacato a los tribunales y a la Constitución. Delitos que se silencian con una cierta connivencia por omisión por parte de quienes tienen la responsabilidad de atajarlos y en lugar de ello lo permiten.
Por consiguiente, tratándose de delitos la solución habrá de ser mediante la Justicia y no negociando con los presuntos delincuentes. La imputación, condena y aplicación de las penas que correspondan han de ser las únicas medidas del Gobierno para resolver el problema catalán. Lo contrario será colaboracionismo y alta traición, también imputables.
Si bien, de seguir adelante una reforma de la Constitución, habría de ser motivo de referéndum, requiero al Gobierno y a Vd. como interlocutora principal en las conversaciones para que suspendan cualquier negociación relativa al reconocimiento de Cataluña como nación, así como al blindaje de la financiación y la educación.
Sra. Vicepresidenta, el Gobierno ha incumplido algunas de las premisas por las que muchos les votaron y ahora va a rematar su falta de credibilidad con unas concesiones al independentismo que tampoco estaban en su programa. Debo recordarle también que el 25 de abril de 2006 Mariano Rajoy entregó en el Congreso más de 4 millones de firmas recogidas por el Partido Popular –en la oposición– contra el Estatuto catalán que reconocía a Cataluña como nación y que aquella fue la iniciativa que contó con mayor respaldo de la democracia.
Ahora volverá a suceder lo mismo ante un hecho de mayor gravedad como es que tal reconocimiento se haga por parte de la nación Española, pero ahora será contra el Partido Popular.
Señora Vicepresidenta, con tales actuaciones el Partido Popular está condenado a una presencia residual y, por supuesto, no volverá a tocar poder.
No se vayan Vds. para siempre del Gobierno con el estigma de la traición.
No avergüencen más a quienes les hemos votado.
Posdata:
Desde que la Reina, es decir, Letizia, ha pedido a los empleados del Palacio de La Zarzuela que la tuteen, entiendo que desde ahí para abajo quedan en suspenso todos los tratamientos protocolarios a que se tienen derecho por razón del cargo ocupado. No es otra la razón por la que la trato simplemente de usted, un dignísimo y honroso tratamiento de respeto y cortesía.
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