Recogida de Firmas CRONICA DE UN PREJUICIO BIOLÓGICO
Para: A QUIEN CORESPONDA
A QUIEN CORRESPONDA; CRONICA DE UN PREJUICIO BIOLÓGICO
Los abajo firmantes somos gente de cierta edad, y acumulamos bastantes años de experiencia laboral y profesional. Hemos progresado en la vida con bastante esfuerzo y dedicación, comenzando desde los niveles más bajos de la estructura empresarial e institucional, y dependiendo de muchos factores hemos llegado a más altas o menos altas posiciones sin que nos preocupara demasiado ni el poder ni la gloria. Tras estos años, nos encontramos con una realidad extravagante, la cual queremos poner de manifiesto mediante este escrito.
- Advertimos una discriminación por motivos de edad en los procesos de selección a los que nos presentamos, materializada de forma primitiva y casi automática, mediante la simple lectura de la fecha de nacimiento que figura en la cabecera del “curriculum vitae”.
- Esta discriminación se produce por un inmenso prejuicio hacia el “senior” por parte de una sociedad (el mundo laboral forma parte de la sociedad) cada vez más infantilizada por neologismos hueros y carentes de sentido y, lo que es más importante, de utilidad práctica. Valga como ejemplo la idea tantas veces escuchada de que no dominamos las “Nuevas Tecnologías”, cuando ese arrogante calificativo se aplica hoy en día a casi cualquier cosa y a casi cualquier ocurrencia de muy dudosa utilidad, como decimos.
- El prejuicio entra a degüello cuando se nos califica a “priori” de retrógrados y de no saber trabajar en los nuevos ambientes laborales. Se identifica edad física con posturas sociales y vitales.
- Se desprecia nuestra experiencia por considerarla inútil en un mundo “que cambia espectacularmente”. Nunca se explica en qué consiste el cambio salvo en el nuevo ídolo llamado “redes sociales”, en las cuales nos movemos con soltura, como puede advertirse.
- Se prevé sin el más mínimo ánimo de profundizar, o al menos comprobar, que exigimos derechos adquiridos, altísimos salarios, abundancia de medios y signos externos de posición social, cuando ni siquiera se piensa que esto ni nos interesó en el pasado ni nos va a interesar en el futuro.
Esta discriminación está provocando la formación de un colectivo de personas muy preparadas y sin poder prestar sus capacidades a solucionar el grave problema que tenemos en el país. Con la creciente longevidad de la vida humana en perfecto estado de salud la situación se torna dramática con la perspectiva de 20 años de inactividad o actividad contenida, infrautilizada y derrochada. Y, lateralmente, un enfrentamiento indeseable con las nuevas generaciones, al entender que estamos en competencia directa. Cada colectivo tendría su papel, no deben inventarse problemas donde no los hay. Ese colectivo de “juniors” son nuestros hijos.
No estamos protegidos por ninguna legislación específica como ocurre con otras discriminaciones, ni lo queremos, así como tampoco nos gustan los sistemas de cuotas; sólo queremos eliminar el prejuicio, siempre enemigo del progreso y de la búsqueda de la excelencia. Cuando más fresca sentimos nuestra mente, cuando más pensamos que el mundo es dominable, cuando la madurez se convierte en un inteligente aliado, sentimos que corremos un claro riesgo de exclusión social.
Le pedimos a usted, ciudadano político, gobernante, directivo, empresario, magistrado, selector de personal o simple ciudadano de a pie que no permita que el prejuicio le domine, y si es posible que se rebele cuando observe que se quiere imponer.