Recogida de Firmas POR UNAS TARIFAS DE TELEFONÍA Y ADSL MÁS BARATAS Y DE MEJOR CALIDAD
Para: Congreso de los Diputados, Senado, Ministerio de Ciencia y Tecnología, Ministerio de Sanidad y Consumo, y Presidente del Gobierno
¿Para qué somos europeos?
¿Cuál es la letra pequeña de la adhesión de España a la UE?
¿Debemos equipararnos a Europa en unas cosas sí y en otras no?
Hace tiempo ya que en España usamos Internet. En un principio, su uso era limitado, es decir, poca gente se conectaba a Internet. Hemos visto cómo en poco tiempo ha evolucionado la tecnología, el servicio, la capacidad de almacenamiento, los programas, los equipos… Pagábamos a precio de oro una conexión a Internet que medía su velocidad en Kilobits. Cierto es que, si comparamos, ahora está más barato, lo cuál no significa que lo sea.
Internet ha pasado de ser un lujo que disfrutaban algunos entendidos para establecerse como medio de comunicación de uso masivo. Ya sea para trabajar, formarse, estudiar, investigar, jugar, relacionarse, comunicarse, informarse, etc; una gran mayoría de la población utiliza Internet. De hecho, en diversos campos su uso es casi obligado, no tardará el día en que sea obligatorio para muchos trámites, así como sucedió con la cuenta bancaria y la domiciliación de la nómina. ¿Quién cobra aún en metálico o con talón nominativo? Sin ir más lejos, en la Consejería de Educación, Cultura, Deportes y Universidades del Gobierno de Canarias, donde vengo trabajando como sustituto los últimos años, sólo puedes acceder a tu nómina a través de Internet y descargártela de allí si quieres tener copia impresa; incluso desde agosto de 2009, si no me equivoco, has de solicitar una cuenta de usuario del correo corporativo a través de CiberCentro (creo que es una empresa subcontratada), para poder siquiera consultar el justificante de tu sueldo.
Todo esto, podría haberlo resumido con decir que Internet se ha convertido en una necesidad. Ya va siendo hora de que se regule de verdad, mediante ley que obligue a las compañías a establecer unas tarifas máximas razonables, así como una calidad en el servicio (velocidad de conexión, atención al cliente, personal cualificado, ofertas con efecto retroactivo, regulación de mensajes publicitarios, etc) adecuadas a los tiempos que corren y al contexto europeo. Es escandaloso el precio que pagamos por el servicio y el trato que recibimos.
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